viernes, 3 de mayo de 2013

Caminata: Las primeras cuatro semanas





Hace ocho meses me comprometí a adoptar el ejercicio como parte de mi vida. Desde entonces he tenido diversos intentos fallidos. Cuando me di cuenta que en realidad no estaba haciendo nada por alcanzar esta meta tan importante para mí comencé a cuestionarme por qué. 

De forma automática comenzaron a surgir mis razones mis excusas para detener mis pequeños logros. A veces dejé de caminar  porque tenía gripa, molestias en mi espalda o me dolía la cabeza.  Otras veces fueron los cólicos o el sueño. En realidad, todo se traducía a falta de voluntad. Y de manera más profunda, a un autosabotaje para continuar en mi zona de confort. A partir de ese momento me prometí no volver a permitirme excusas para abandonar el ejercicio. 

Y fue así como hace cuatro semanas retomé la caminata.

Durante la primer semana sentía que me moría. Todo mi cuerpo me dolía y estaba a punto de tirar la toalla (sí, otra vez). En lugar de eso, encontré dentro de mí el coraje para seguir adelante. La segunda semana me costó trabajo, pero me mantuve fuerte.

La tercer semana se me presentaron muchos “diablitos” para tentarme a fallar. Un malestar de estómago, una ligera gripa. Pero al final, me sentí muy bien por haber sido constante.  Me sentía con mucha energía y fuerza, de mejor humor y con más condición física. El domingo fuimos a celebrar el día del niño con mi Piojo a Six Flags y todo el día anduvimos caminando de un juego a otro, de un espectáculo a otro (generalmente al otro lado del parque). Terminé agotadísima y con un pretexto casi infalible…

Esta última semana reconozco que me costó mucho trabajo. Un gran aprendizaje en este camino hacia la vida saludable ha sido escuchar mi cuerpo. Si bien me he mantenido fuerte para no ceder ante pretextos disfrazados de malestares, aprendí a reconocer una verdadera petición de mi cuerpo; por lo que el lunes me quedé en casa. Sin embargo, el martes retomé con muchas ganas mi caminata.

Aún no consideró estar del otro lado, con el hábito de ejercitarme bien arraigado. Sin embargo, me siento muy feliz de haber cumplido estas cuatro semanas, de haber pasado los 21 días en los que se supone se adquiere un hábito.

Espero muy pronto contarles mis siguientes pasos.

Y tú, ¿qué actividad física realizas? ¿Te ha costado trabajo ser constante?


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